Inspirada en la estructura y personajes de la Fiesta Popular de la Serranía Ecuatoriana, su obsesión y su objeto de estudio durante varias décadas, Adriana Oña ha hecho un trabajo de deconstrucción-construcción, para enfrentar al personaje tradicional de la Karishina, un personaje en cuya codificación popular, son los hombres los que representan jocosa y caricaturescamente a las mujeres, y asumir pública y críticamente su condición de Karishina, término que se emplea usualmente para censurar el comportamiento atípico de las mujeres que se “salen de las hormas” y asumen roles activos en la sociedad. (Kari-shina, en su traducción literal del Kichwa, quiere decir “como hombre”).
A través de este personaje festivo, y utilizando el arte verbal de la copla, elemento tradicional también de la Fiesta Andina, Adriana Oña quien ha pasado gran parte de su vida investigando sobre la fiesta popular en la serranía ecuatoriana, recoge y sintetiza las vivencias y esencias de este contacto vital.
Hace una obra autobiográfica, y narra su vida, las vicisitudes, dolores y grandes gozos que las más de tres décadas en el oficio teatral le han brindado, y filosofa sobre la esencia y la función social del Arte.
Con esta obra, la artista comunica al público los entretelones del oficio artístico, las vivencias y sentimientos de los artistas, despertado en sus compañeros de oficio, profundos sentimientos de identificación, como identificación se produce también, de otra manera, con las mujeres, que, por fuerza o por opción, se han visto asumiendo roles activos, y compartiéndolos con la maternidad..
Igual que en la fiesta popular, el color y el barroquismo son elementos protagónicos en el vestuario y en los elementos festivos, que, por otro lado son los mínimos necesarios.